Investigan nivel de satisfacción de ocupantes de edificio Servicio de Salud Coquimbo, patrimonio arquitectónico de La Serena

El 80% del tiempo de vida de una persona en una ciudad, se desarrolla en un recinto cerrado, por lo que es fundamental conocer si los edificios que se habitan entregan una buena calidad de vida a las personas.

El Académico del Departamento de Arquitectura, Eric Troncoso Riquelme realizó una investigación sobre la satisfacción de los ocupantes del edificio del Servicio de Salud Coquimbo, inmueble de conservación histórica de la ciudad, perteneciente al denominado Plan Serena. Sus instalaciones funcionan como oficinas albergando a más de 200 funcionarios.

Para la realización de esta investigación el Académico utilizó la metodología de análisis post ocupacional validada por BUS (Building Use Studies, estudio de edificios en uso), la cual se basa en las encuestas de satisfacción que se aplicaron a los ocupantes del inmueble, contrastando sus resultados con 50 edificios de características similares de uso y clima a nivel mundial.

El Académico respecto de la iniciativa destacó que “se desarrolló una encuesta que recogía la percepción en el confort de los usuarios al trabajar en el edificio del Servicio de Salud y también del valor que sus ocupantes le asignan a los atributos arquitectónicos patrimoniales del inmueble. Los resultados arrojaron deficiencias en la calidad ambiental en aspectos térmicos, acústicos y lumínicos, lo que incide en la productividad y desempeño de quienes trabajan en el lugar”, pero también develó un aspecto intangible sobre el valor y apego de sus ocupantes al edificio.

La importancia de conocer la satisfacción de los ocupantes y de las condiciones de los lugares de trabajo, recae en que las personas, de acuerdo a un estudio (Manzano-Agugliaro et al. 2015) habitan el 80% del tiempo de sus vidas en un espacio interior, por lo tanto, las variables ambientales son fundamentales en la calidad de vida de las personas.

Los inmuebles con déficits en la calidad ambiental se les denomina “Síndrome del Edificio Enfermo”, según una expresión acuñada en los años 80. Esta condición incide en la interacción de los ocupantes con su ambiente térmico, la calidad del aire, la acústica, la iluminación y los materiales constructivos. Estos factores pueden determinar la calidad ambiental de un espacio, llegando a producir enfermedades psicológicas y físicas. Asimismo, la Organización Mundial de la salud (OMS) en los años 90 estableció que si un edificio presenta estas condiciones, el 20% de sus ocupantes padecen malestares y tiende a desarrollar enfermedades.

Actualmente en el casco histórico de la ciudad, existe un grado de abandono y deterioro en los inmuebles patrimoniales. En este sentido, Eric Troncoso señaló que “los habitantes se alejan de estos lugares ya que estos no presentan condiciones de habitabilidad y mantención adecuada que permita una integración entre el pasado y el presente. La idea es que estos inmuebles se rehabiliten de una manera más integral, no solo desde lo materico si no también desde la visión de quienes los habitan. Esto permitiría cambios y mejoras en la habitabilidad, convirtiendo al patrimonio en una entidad activa prolongando el legado arquitectónico en nuestra ciudad”.

Desafíos en pandemia

El Docente en relación a los cambios que se requieren implementar en los edificios públicos y privados en pandemia, explicó que “los edificios deben asegurar mayores tasas de ventilación, para minimizar contagios, esto es esencial para el retorno a las aulas en universidades y colegios, esta renovación del aire lo ideal es por medio estrategias pasivas de ventilación (ventilación cruzada) o de forma mecánica”.

Escrito por María José Barraza, FIULS