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El arte como terapia: una herramienta para enfrentar la crisis de salud mental en Chile
Según el psicólogo y coordinador del CAPSI de la Universidad de La Serena, Néstor González, el arte funciona como un canal terapéutico que facilita la expresión emocional, favorece la autoconciencia y fortalece la autoestima.
La salud mental se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la sociedad contemporánea, impulsada por el aumento del estrés, los cambios en las dinámicas sociales y el impacto de crisis globales que han intensificado el malestar emocional.
Nuestro país no es ajeno a este fenómeno ya que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Chile está entre los países con mayor carga de morbilidad por enfermedades psiquiátricas (23,2%) en el mundo.
De acuerdo a la OMS, en Chile casi un tercio de la población mayor de 15 años ha sufrido un trastorno psiquiátrico, siendo los trastornos de ansiedad los más prevalentes. En niños y adolescentes, la prevalencia de cualquier trastorno psiquiátrico es de 19,3% para niños y 25,8% para niñas, y principalmente son trastornos de ansiedad y disruptivos.
En este escenario, la relación entre arte y salud mental ha cobrado una relevancia creciente, como un recurso capaz de acompañar procesos de recuperación emocional, reintegración social y construcción de identidad.
Respecto a esto, el académico del Departamento de Psicología y coordinador del Centro de Atención Psicológica y Salud Integral (CAPSI) de la Universidad de La Serena, Nestor González, explicó que “la práctica artística actúa como un canal terapéutico que permite procesar emociones complejas y promover estabilidad emocional”. En tal sentido, enfatizó que “el acto creativo reduce la ansiedad, mejora la concentración y ayuda a transformar el malestar en una experiencia con sentido”.
Ahondando en esto, el psicoterapeuta en trastornos del ánimo, indicó que “desde la psicología clínica, el arte se concibe como un espacio de libertad emocional, donde el paciente puede construir narrativas propias frente al sufrimiento y recuperar una sensación de control sobre su mundo interno. Además, el proceso de creación promueve la autoconciencia y la aceptación, dos factores esenciales para sostener la recuperación psicológica a largo plazo y prevenir recaídas emocionales”.
Beneficios
El experto en trastornos ansiosos, también explicó que el arte puede ayudar a los pacientes a expresar emociones o conflictos internos. “Funciona como un lenguaje alternativo para expresar lo que la palabra no alcanza. A través de colores, formas o movimientos, las personas proyectan emociones reprimidas y pensamientos inconscientes que emergen en el proceso creativo”, aseguró.
Además de esto, el especialista en estrés post-traumático, reveló que “para muchos pacientes, especialmente aquellos con trauma o dificultades en la expresión emocional, el arte es un puente entre lo interno y lo externo, permitiendo que los sentimientos sean comprendidos y transformados sin necesidad de verbalización. Este proceso también fortalece la conexión entre el cuerpo y la mente, favoreciendo la integración emocional y la reducción de síntomas asociados a la represión afectiva o al bloqueo emocional”.
En cuanto al fortalecimiento de la autoestima, el magíster en Psicología Social sostuvo que “al crear, los pacientes se reconocen como sujetos capaces, no como diagnósticos. Este reconocimiento interno fortalece la autoestima y repara la autovalía deteriorada por la enfermedad o la exclusión”.
“Las actividades artísticas fomentan vínculos, colaboración y pertenencia, generando comunidades de apoyo donde el individuo vuelve a sentirse parte activa de un entorno. Exponer una obra o participar en un taller deja de ser solo una experiencia estética: se convierte en un acto de afirmación personal y de reinserción simbólica en la vida colectiva. Además, la creación compartida permite que la sociedad contemple la capacidad, no la fragilidad, del sujeto en recuperación, transformando así el estigma en reconocimiento”, añadió.
La mirada artística
En cuanto al impacto que tiene observar el arte en el estado anímico, el especialista de trastornos de personalidad indicó que “contemplar arte genera un efecto reparador en el ánimo y la cognición. La exposición a obras visuales estimula la curiosidad, la reflexión y el placer estético, activando respuestas cerebrales vinculadas al bienestar y la motivación”.
“Los pacientes que conviven con obras artísticas o visitan espacios culturales experimentan una reducción de la tensión emocional y una apertura hacia experiencias de calma, esperanza y conexión. El arte contemplado no exige palabras ni explicaciones, pero provoca un diálogo interno que restaura la vitalidad psíquica y estimula procesos de memoria, atención y creatividad. Incluso en pacientes con deterioro cognitivo, el contacto visual y emocional con obras artísticas puede mejorar la orientación, la evocación de recuerdos y la capacidad de comunicación emocional”, añadió.
Respecto a los retos que supone esto, el psicólogo sostuvo que “uno de los mayores desafíos es integrar el arte dentro de marcos clínicos con criterios de evaluación rigurosos, ya que sus efectos suelen ser más subjetivos que cuantificables. También se requiere formación especializada para que los terapeutas comprendan los procesos simbólicos y emocionales implicados en la creación”.
A pesar de esto, González hizo hincapié en que “en programas de reinserción, el arte ha demostrado ser un medio poderoso para recuperar la autonomía, disminuir la recaída y favorecer la reconstrucción de una identidad resiliente y creativa”.

