Aguas frías y ecosistemas en movimiento: lo que traerá La Niña para Chile este verano

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Especialista en genética de organismos acuático advierte que los cambios en temperatura, la disponibilidad de nutrientes y la distribución de especies, obligarán a ajustar planes de manejo pesquero y áreas protegidas.

“Especies de afinidad más cálida, Palometas por ejemplo, de distribución más oceánica o con requerimientos muy específicos de temperatura y estratificación pueden verse desplazadas o estresadas durante La Niña”, afirmó el académico USerena, Cristian Araya-Jaime.

Todo parece indicar que el fenómeno de La Niña marcará el clima en Chile durante la temporada estival 2025-2026, manteniendo las aguas del Pacífico frías y su influencia sobre gran parte del país, por lo que se esperan temperaturas sobre lo normal desde el centro-sur al sur, mientras que el resto del país tendría condiciones normales.

Respecto a los cambios oceanográficos que transforman el funcionamiento del ecosistema marino de las costas chilenas durante el paso de La Niña, el académico del Departamento de Biología de la Universidad de La Serena, Cristian Araya-Jaime señaló que “La Niña tiende a reforzar el sistema de surgencia de la Corriente de Humboldt”.

De acuerdo al PhD en Genética esto se debe a que “aumentan los vientos favorables a la surgencia y se intensifica el afloramiento de aguas frías, ricas en nutrientes, hacia la zona eufótica. Esto produce aguas superficiales más frías, mayor productividad primaria costera y una estructura oceanográfica más sub polarizada, es decir, frentes más marcados y gradientes más intensos”.

El especialista en genética de organismos acuáticos también detalló que “el ecosistema marino responde con cambios en la disponibilidad de alimento en la base de la red trófica, en la distribución de especies pelágicas, como anchoveta, sardina y jurel, y en la localización de hábitats críticos, como las zonas de desove y crianza, agregaciones tróficas, etc.”. 

Pese a esto, Araya advirtió que “este enriquecimiento no es homogéneo, depende de la región, de la intensidad de los vientos, de la topografía costera y de la presencia de centros de surgencia persistentes, ya que en algunos sectores puede coexistir alta disponibilidad de nutrientes con condiciones de menor oxígeno disuelto y cambios en el pH”.

Además de esto, el investigador puntualizó que “el aumento de nutrientes favorece un fitoplancton de formas grandes y de crecimiento rápido, como diatomeas, también se incrementan las concentraciones de clorofila-a y la biomasa fitoplanctónica cerca de la costa”.

“Esa mayor producción primaria se transfiere al zooplancton, con incrementos en la biomasa de copépodos y otros herbívoros, así como cambios en la composición específica, privilegiando especies adaptadas a aguas frías y turbulentas asociadas a surgencia. La estructura del plancton se desplaza hacia comunidades típicas de sistemas altamente productivos, con consecuencias directas en la alimentación de peces pelágicos y larvas”, agregó.

Cambios en las redes tróficas

En relación a los cambios que se observan durante La Niña, el investigador explicó que “muchas especies de afinidad fría tienden a expandir su rango hacia el norte o acercarse más a la costa, acompañando las aguas frías y ricas en alimento. En contraste, especies de afinidad más cálida se retraen o desplazan hacia el norte y mar afuera”. 

Según el académico “esto repercute en mamíferos marinos, aves y grandes peces depredadores que dependen de la localización de estos cardúmenes para alimentarse, modificando sus rutas y áreas de residencia”.

Al ser consultado si existen especies particularmente afectadas por La Niña, Araya-Jaime reveló que “en el contexto chileno, los pequeños pelágicos típicos de aguas frías y altamente productivas, anchoveta Engraulis ringens, sardina común Strangomera bentincki, y en parte el jurel Trachurus murphyi, suelen verse favorecidos por condiciones de surgencia intensa y alta productividad primaria, siempre que la presión de pesca y otros estresores no sean excesivos”.

“Especies de afinidad más cálida, Palometas por ejemplo, de distribución más oceánica o con requerimientos muy específicos de temperatura y estratificación pueden verse desplazadas o estresadas durante La Niña. Lo mismo ocurre con huevos y larvas, y organismos que dependen de condiciones más estables en la columna de agua, como ciertos gelatinosos o especies subtropicales que incursionan hacia el sur en años cálidos”, alertó.

Efectos en la pesca

Sobre las implicancias que estos cambios podrían tener para la conservación y la pesca artesanal e industrial en Chile, Araya-Jaime aseguró que “La Niña refuerza la importancia de los sistemas de surgencia chilenos como hotspots y recalca su vulnerabilidad a la variabilidad climática y al cambio climático, los que pueden modificar áreas clave de alimentación, desove y crianza, obligando a ajustar las áreas marinas protegidas, los planes de manejo y los esquemas de monitoreo”.

De acuerdo al experto, en el ámbito pesquero “hay cambios en la distribución de los recursos obligan a las flotas a desplazarse, con mayores costos de operación y posibles conflictos de acceso a zonas de pesca; la disponibilidad de especies objetivo puede aumentar en ciertas áreas y disminuir en otras; y la planificación de cuotas, vedas y medidas de conservación debe incorporar escenarios de El Niño-Oscilación del Sur, para evitar sobreexplotar poblaciones”.