Distintas generaciones de maestras se reunieron en la ULS para celebrar los 129 años de la fundación de la Ex Escuela Normal de La Serena, Monumento Histórico de Chile.
Espíritu y vocación pedagógica son las dos grandes palabras que identifican a quienes tuvieron la fortuna de ser parte de la tradicional formación impartida por la Escuela Normal de La Serena. Siendo apenas unas niñas, eran elegidas sólo aquellas que destacaban entre sus compañeras, para luego pasar por rigurosos exámenes, los que definirían su futuro como formadoras de la educación.
Con mucha alegría y emoción, las maestras normalistas recuerdan aquellos años en los que tuvieron la misión de formar a cientos de niños y niñas, pues no sólo estaban encargadas de entregar conocimientos académicos, sino que también tenían la laboriosa tarea de educarlos en lo personal. “Es una maravilla haber sido profesora normalista, pues se nos dio las directrices para luchar en la vida y educar a los niños. Nos tocaba hacer de todo, teníamos que llegar a prender la cocina para preparar la leche del desayuno, incluso algunas teníamos que ir al cerro a buscar la leña o acarrear el agua”, recuerda Lorenza Peralta, quien ingresó el año 61 y ejerció su profesión durante 42 años.
La formación de la Escuela Normal se caracterizaba por ser muy rigurosa y estricta; pese a ello, las profesoras agradecen todo lo aprendido por quienes fueron sus maestros y tutores. Para algunas, lo que actualmente es el Campus Isabel Bongard de Universidad de La Serena, era el hogar que las albergaría durante los seis años de formación. Las que ahora son salas de clases, eran las habitaciones donde convivían con sus compañeras y ahora hermanas de profesión; los parques, eran fuentes de inspiración para poder dar marcha a todas las ideas, ilusiones y sueños que tenían aquellas jóvenes.
“Entrábamos a la Escuela con tan sólo once años y siendo tan niñas jurábamos por Dios y la patria educar a nuestros niños, y no importaba dónde fuese, en el área rural, a orillas del mar o en la ciudad; allá íbamos con nuestras mochilas de esperanzas por entregar un día mejor a aquellos niños y familias que no tenían luz ni agua. Sacábamos adelante a nuestro pueblo, y luego volvíamos a la ciudad con una carga de experiencia maravillosa. Las normalistas no somos profesoras por un día, sino que lo somos hasta el final de nuestras vidas. Tuvimos una educación basada en el crecimiento personal, conocimiento, fortalezca espiritual y ética profesional, y el compromiso con nuestra propia superación era diaria”, contó con mucho orgullo Jenny Tapia, reflejando las vivencias de todas sus compañeras.
Sin duda alguna, son grandes los cambios que han acontecido a la forma de aprender y enseñar de hoy en día, y es por ello que las maestras normalistas instan a las generaciones actuales a ejercer la profesión por sobre todo con amor, vocación y responsabilidad. “Ahora hay que tener mucha sensibilidad y psicología para actuar con los niños, porque la vida ha cambiado y les ha tocado mucho más difícil que a nosotras, pues éramos autoridades en los pueblos y muy respetadas. Por eso tienen que armarse de paciencia”, aconsejó Lorenza.
Dada la importancia de la tradición pedagógica y al legado dejado por cientos de maestras normalistas formadas en estas dependencias, el Departamento de Educación de la ULS extendió su compromiso para aunar los esfuerzos y capacidades en aras de la formación de los estudiantes de la casa de estudios. Por ello, se espera desarrollar futuramente proyectos en los que se considerará la sabiduría y experiencia de quienes contribuyeron con amor, pasión y vocación a la educación del país.
Escrito por Daniela Ledezma, UGIP